viernes, 20 de junio de 2014

Y un imaginario musical IV (Subdominante)… En busca del bautista


falling through the light
© Sarah Klockars-Clauser / Attribution-ShareAlike
La instrucción decía “Parroquia san Juan Bautista. El Jordán II etapa”. Esas primeras etapas del Jordán, una galería de pequeños recuerdos, ¿recuerdas? El barrio siempre te producía sensaciones confusas, como antagónicas, pero coherentes en sus propias conexiones, ¿recuerdas? Todo te parecía familiar, cercano, las puertas de las casas entreabiertas, las caras en las ventanas expectantes del saludo de algún compadre, las tiendas con olor a arroz acalorado, los niños en los antejardines, las rejas multiformes, el aire de pueblo cerrado. Al mismo tiempo, una cierta sensación de extranjería te invadía, como si el barrio dijera: tú no eres de este pueblo y este pueblo no se hace responsable de los extranjeros, ¿recuerdas?  Una vez, diste muchas vueltas buscando la casa del tal Camilo, ibas solo y hacía rato que habías cruzado el límite espacial que permitían tus papás, no encontrabas la dirección y sonaba un vallenato, dabas la vuelta en una esquina y una señora aullaba de lo lindo una canción de Darío Gómez, bordeabas un parque y de alguna casa salía una balada romántica en la sintonía de Tolima FM Estéreo, pensaste en devolverte y salir de ese laberinto de fachadas variopintas que, en el fondo, eran todas igualitas. 
Pero, al fin encontraste la casa del tal Camilo y viste con asombro las portadas del Fourth Dimension de Stratovarius y del Legendary Tales de Rhapsody, nunca habías escuchado algo similar y te pareció increíble la energía que emanaba de esa música, incluso estabas tan absorto en las poderosas velocidades de esos sonidos que no te importó el hecho de ser un extranjero, un chiquilín en medio de esos mechudos que te preguntaban “¿Y usted es muy amigo de Camilito?”, ¿recuerdas? Sí, yo sé que lo recuerdas mientras buscas al bautista, en esta noche tibia, como en aquella otra noche tibia en cuyo calor también buscabas al bautista… bueno, no tú, tus papás, un jueves santo, en esos tiempos en que visitaban los siete monumentos; ahora caminas y recuerdas a tu papá diciendo “era pasando dos parques, pero de noche como que me desubico”, de una u otra manera encontraron al bautista y en sus aposentos había un cuchicheo sagrado, ¿recuerdas? Creo que ya no me estás escuchando, acabas de entrar en la iglesia y la melodía que recién se alza se hace aire, el aire para la cuerda de sol infla tus pulmones, oxigena y acelera tu corazón, te petrifica y te desmorona con la suavidad de los compases que reman hacia abajo, y yo que puedo verte, veo cómo sientes esos compases, cómo inhalas el sonido de las cuerdas con el olor de la iglesia, cómo conectas el olor de la iglesia con el color de la sangre, cómo recuerdas el color de la sangre con la primera vez que escuchaste el aire para la cuerda de sol; entonces, la melodía salía del fondo de una escena, como ahora sale del fondo de la iglesia, en esa escena un enorme robot escarlata hacía llover la sangre de unos monstruos blancos de labios rojos, ahora tienes en la retina la imagen de los monstruos desmembrados y de un cierto disparo en un estanque naranja profundo, ahora recuerdas los jueves santos y el miedo que te daba la sensación de que alguien supiera el sufrimiento que le aguardaba. El aire se apaga con un movimiento de la batuta, hay aplausos y un señor afirma: “Esto es lo que llaman música sacra o sea para la semana santa”.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario