viernes, 20 de junio de 2014

Si un observador distraído en la plazoleta Darío Echandía




Al fondo, una palmera de la plaza Murillo Toro se delinea sobre los edificios y el cielo. Más cerca, un viento suave se desliza por el callejón de la biblioteca Darío Echandía. Con el nombre de la biblioteca como espaldar, una chica contiene con fuerza un llanto que se le fuga entre las manos cuando tapa su cara. El fresco de la noche va bajando sobre el asiento caluroso de la tarde. Sobre el escenario de la plazoleta, un presentador despide una intervención musical con nombre de música sacra, a cargo de unos de niños con camisetas blancas. Saliendo de la plazoleta, los niños intérpretes y sonoros, entre risas, una tambora y una guitarra, hablan de sus nervios e ignoran, al igual que aquel presentador, por qué se les presentó como música sacra. Huele a lluvia evaporada. Tomando el escenario de la plazoleta, una señora anticipa el próximo evento de una fundación con nombre latinesco.
Abandonado el escenario y armando corrillo, aquella señora junto a otras hablan sobre la proyección de la fundación, dicen que podrían hacer un baile realmente bueno, mencionan un par de nombres obscenos y se persignan. Cerca de la charla de las señoras, un niño de camiseta amarilla hace rebotar un balón inconsciente, la esfera no comprende su espacio, salta descontrolada, los pies del niño interceden, un silencio seco se escucha cuando el balón rebota en un transeúnte apurado. Tras las entrecortadas palabras del molesto balonazo, aparece un elegante perro peludo que lleva el ritmo del caminado de su dueña. Con paso distraído sobre el viento de la tarde, un perro pardo husmea un par de bancas y bebe agua de un charco iluminado por las recién encendidas farolas del callejón. Siguiendo el paso de la dignidad, el perro pardo comienza a saltar alrededor del perro peludo, mientras este anda con aire de aladas patas. Del costado del escenario de la plazoleta, sale un humo contento que exhala un tipo de jeans y que persigue un sujeto harapiento. A los pies del humero, pisquero y yerbero, cae un rebote del balón de aquel niño de camiseta amarilla, quien al recogerlo es jalado por una señora materna que lo regaña por acercarse a ese humero, ya que está bien dar balonazos a los transeúntes, pero no aproximarse a esos indeseables. Al fondo, apenas se desdibuja una palmera de la plaza Murillo Toro. Un vigilante de la biblioteca que cierra sus puertas a las seis de la tarde, amonesta a unos jóvenes sentados en las gradas más próximas a la entrada de su vigilancia. Un tipo de camisa a cuadros se sienta al lado de la chica que tenía como espaldar el nombre de la biblioteca; se miran. Atrás de una de las bancas está escrito un oscuro graffitti: “Un cuervo estará frente a tus ojos mientras duermes”. La ciudad sigue su atardecer, si un observador distraído…[1]          





[1] "El uso define el fenómeno social mediante el cual un sistema de comunicación se manifiesta en realidad; remite a una norma. Tanto el estilo como el uso apuntan a una "manera de hacer" (de hablar, de caminar, etcétera), pero uno como tratamiento singular de lo simbólico, el otro como elemento de un código, Se cruzan para formar un estilo del uso, una manera de ser y una manera de hacer." (De Certeau, 112)

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