1. Es
la noche de un viernes caluroso y algo húmedo.
2. Hace
unos meses que han inaugurado el nuevo centro comercial[1].
2.1. Este
es un verdadero centro comercial[2].
2.1.1. Pisos
pulidos
2.1.2. Mediaciones
de marcas famosas
2.1.3. Apariencia
de espacio público
2.1.4. Salas
de cine seriales
2.1.5. Plaza
de comidas estandarizada
2.1.6. Tiendas
de cadena
3. Una
masa de jóvenes llena la entrada oriental, las escaleras, los quicios.
3.1. La
masa es en apariencia estática.
3.1.1. La
cantidad de cuerpos se confunden.
3.1.2. Los
cuerpos intercambian lugares en el espacio.
3.2. La
masa apropia espacio privado como si fuera público[3].
3.2.1. Los
jóvenes son consumidores de espacio, no de productos del centro comercial.
3.2.1.1.
Los jóvenes consumen el
valor del espacio, como espacio nuevo, como espacio de moda.
3.2.1.2.
Los jóvenes potencian
el espacio de moda, para consolidar dinámicas de comunicación y encuentro.
3.2.2. Los
jóvenes muchas veces están en silencio, hacen comentarios silenciosos, están
ahí y no se van.
3.2.3. Otras
veces hay charla bulliciosa y hay licor compartido.
3.2.4. Las
personas extrañas a esa dinámica o evitan esa entrada o la surcan como un
espacio de desconfianza.
4. Esos
viernes fueron cesando, la masa se fue disolviendo.
4.1. El
problema de la moda espacial.
4.1.1. Los
jóvenes estaban por el contacto, por la novedad de ese espacio comunicante[4].
Ver Ibagué en un mapa ampliado
[2] “Desde finales de los setenta,
los centros comerciales entran a definir nuevos espacios públicos de la ciudad.
Allí se va a comprar y a estar. Los diferentes comercios que se establecen en
su interior articulan nuevos puntos de encuentro” (González, 309). Si desde
esta década ya se estaban configurando estos espacios urbanos, para Ibagué
Multicentro plantea el juego de construir un símbolo cosmopolita con marcas nacionales
e internacionales, que evidencia la diferencia con lo local. De esta forma,
comienza a desplazar espacios como el Centro Comercial la Quinta, que termina
un poco aislado y pasa a ser espacio para oficina.
[3] Minkowski, leído y citado por
Bollnow, habla del espacio diurno como algo claro, transparente y preciso, un espacio socializado que termina por
revestir el carácter de lo público (196). Las luces del centro comercial son
una simulación de ese espacio diurno de sociabilidad; en la noche el brillo de
ese capital privado simula la claridad de un espacio vivencial que puede ser
apropiado en la seguridad de las luces y las marcas. Son los jóvenes,
desocupados y sin dinero que gastar, los que apropian la entrada como un rincón
privado, una masa de códigos oscuros y con alguna cerveza, sin mucha
conversación y mucho de estar-ahí.
[4] “La idea de “lugar” es la
categoría más representativa cuando hablamos de los espacios públicos. El lugar
llega a tener un significado colectivo por su reconocimiento y, por lo tanto,
es un generador de sentido en la vida urbana, escenario de deseos y proveedor
de huellas en la comunidad, por la intensidad de las interacciones que allí se
desarrollan” (Pérgolis y Moreno, 98). Es interesante observar, a partir de esta
conceptualización de lugar, que la entrada del centro comercial se transforma
en un espacio público, a pesar de que no lo es en sentido estricto. Los jóvenes
construyen un sentido colectivo en el encontrase ahí; los primeros meses
después de la inauguración la entrada al centro comercial era un archipiélago
de grupos de jóvenes, todos por el estar-ahí, el estar-con, el mirar-a, la
posibilidad de encontrarse-con. Nora Mesa en su reflexión sobre las nuevas
espacialidades y significación de lo pública presenta que “Los centros
comerciales son definidos como las “nuevas catedrales”, los nuevos espacios
públicos que albergan la recreación, el sentido del deambular y el transitar de
la calle, con la seguridad que le brinda el contenedor que inhibe su uso a
otros pobladores, y que promueve los nuevos elementos simbólicos del encuentro:
las esquinas, las intersecciones, los “malls” y terrazas de comidas, las
plazoletas cerradas, los pasillos, el almacén, el cajero, la entrada por la calle o por la carrera. Los nuevos sentidos de
circular y permanecer, la posibilidad de sólo mirar, el voyerismo y el espectáculo
de los cuerpos, los peinados y la moda.” (126). El resaltado, que es el mío,
resulta interesante en cuanto a que es un punto de encuentro, pero es un punto
de encuentro fronterizo en el que público y privado se confunden en la
apropiación (no en lo urbanístico); aun en la dinámica inicial de esa entrada
se daban ocasiones en que ese punto fronterizo no representaba la seguridad del adentro del centro
comercial.
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