La intimidad de la Casa (II)
La
casa de Interlaken
La mirada baja por la carrera 8
buscando una puerta café en la conjunción entre la calle 19 y la Avenida
Guabinal. La mirada pasa por amplias fachadas rectangulares, en su zigzag por
Interlaken, nombre alemán, nombre de comuna suiza, para un barrio de
arquitecturas amplias, variadas y extranjeras, símbolo de una clase de finales
de los cuarenta, que moldeó sus límites de barrio con cierta distinción en una
zona próxima al centro. La mirada se acerca a su destino, deslizándose por la
calle 19, alguna vez límite de la ciudad al occidente. La mirada dobla una de
la esquinas de la intersección buscada y se detiene en una fachada vinotinto,
rectangular y estriada. La mirada se mete por una de las ventanas del primer
piso y comienza a perseguir a unos niños que corren en el óvalo que, en su
recorrido, traza el comedor, la cocina, el patio, el garaje, la sala, el
comedor… vueltas y vueltas. La mirada se interna en el gusto de uno de los
niños que piensa que esa la casa más linda y grande de la ciudad, pues tiene
muebles en madera con diseños tallados y terminaciones anilladas, asimismo
siempre hay pan mariquiteño en la mesa, caramelos en un tarro y una señora de
cabello plateado prepara el mejor cuchuco del mundo, además en el segundo piso
hay unos cojines con los que se puede armar casitas y una vitrina con libros de
muchos cuentos.
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