viernes, 20 de junio de 2014

Y un imaginario musical II (Supertónica)… El parque de la música


Piso de ladrillo y cemento, en caminos sinuosos con farolas, atrás el conservatorio, bancas de cemento, al lado un paseo de palmeras,  al frente un estanque con agua negra, de perfil la escuela de música, la vista de una fachada pastel, notas sobre pentagramas, grafitis sobre pastel, besos bajo las palmas, el anuncio del salón Alberto Castilla, la fecha de construcción, los tonos de la reconstrucción, la infaltable emulación griega, de golpe, golpe de tablas y cambio de vista, el deslizar de skaters sobre el escenario, sobre otra música, una no sacra que rima sobre el beat, como las tablas sobre el ladrillo, y al fondo, fondo, otro escenario, las montañas del sur, la Martinica, más acá el camino y el barranco hacia el Combeima, más acá, más acá, islas verdes, árboles y policías, algunos con raíces al suelo, otros de paseo vigilante, pero sus ojos de castigo no están sobre los skaters, solamente, las tablas han trazado una legitimidad en ese espacio, aquellos verdes son custodios de musicalidades metálicas, esculturas que mientras hacen música a golpe de símbolo pueden desaparecer con la misma suerte de una tapa de alcantarilla, el problema de lo público, hace un calor fresco, atardece; el parque de la música suena a un símbolo que con notas familiares puntea una legitimidad destemplada y fugaz.

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